Reseña: Question. Las Muertes de Vic Sage (Lemire, Sienkiewicz, Cowan)

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Cuando hablamos de una figura tan representativa en el mundo del cómic como es Steve Ditko la primera asociación que todos hacemos es, sin duda, la de Spider-Man. El genio neoyorkino pasará a la historia por haber creado una de las figuras más icónicas de la historia del noveno arte y, por qué no decirlo, una de las franquicias más valiosas y rentables de la historia.

 

Pero el trepamuros no fue su única creación. Antes de su turbulenta salida de Marveltodavía tuvo tiempo de dibujar a algunos de los héroes más importantes de la editorial, como Iron Man o Hulk, y de crear a otros conocidos personajes como el Doctor Extraño. Sin embargo, todos sabemos que hay vida más allá de la Casa de las Ideas, de manera que su salida de Marvel supuso el pistoletazo de salida a una exitosa carrera vinculada a Charlton Comics, donde creó otro buen puñado de carismáticos personajes como el segundo Escarabajo Azul, Mr. A, Halcón y Paloma, el Capitán Átomo o, The Question (La Pregunta), el protagonista de nuestra reseña de hoy.

 

Cuando desapareció a mediados de los 80, gran parte del catálogo de Charlton Comics fue adquirido por DC que incorporó a sus personajes al Universo DCaprovechando el evento de Crisis en Tierras Infinitas. Y así hasta la actualidad, donde celebramos la llegada una nueva aventura del héroe sin rostro a nuestras librerías, Question. Las Muertes de Vic Sage, la miniserie de cuatro números publicada originalmente bajo el sello DC Black Label y que ECC ha recopilado íntegramente en un único volumen.

 

El encargado de desarrollar este proyecto ha sido nada más y nada menos que el todoterreno Jeff Lemire, que ya se ha pasado unas cuantas veces por la reserva con títulos como Sweet Tooth, Batman: Asesino de Sonrisas o Trillium, y es uno de los guionistas más en forma de la actualidad. En esta ocasión lo hace completando un equipo creativo de lujo con Denys Cowan a los lápices, Bill Sienkiewiczen el entintado y Chris Sotomayor en el color.

 

A lo largo de su dilatada andadura, The Question ha sido un personaje con múltiples identidades, redefinido una y otra vez, pero siempre con una única misión: llevar la justicia y el orden a las calles de Hub City. Tal vez por eso, Lemireha querido cimentar su obra en torno a este renacimiento constante del personaje: no importa en qué época estemos, da igual quién haya detrás de la máscara o cuál sea su nombre, hay algunas cosas que nunca van a cambiar. El mal, encarnado en un demonio de mil caras, es la constante contra la que siempre habrá que luchar. Es la razón de la existencia de The Question.

 

Una revelación en el transcurso de una investigación sobre la corrupción política en Hub City abrirá los ojos de Vic Sage y le hará comprender que esta no ha sido su primera cruzada contra el mal y le llevará a recordar otras vidas en épocas distintas y con otros nombres. Así, acompañaremos a Charles  Victor Szasz en el salvaje oeste, cuando Hub City era poco más que un proyecto de ciudad o al detective privado Charlie Sage en unos años 40 que podrían haber salido directamente de una película noir. Vidas diferentes, pero sobre todo muertes en una misma lucha, la eterna pugna entre el bien y el mal.

 

Corrupción política y policial, explotación laboral, control religioso, racismo, disturbios callejeros, desigualdad social… el verdadero enemigo de The Question no es un supervillano de opereta en mallas, sino el mal más primario encarnado en todos y cada uno de nosotros, en la propia sociedad. En este sentido, Question. Las muertes de Vic Sage es una obra tremendamente vigente, que podremos fácilmente vincular con los episodios que encontramos día sí y día también en las portadas de cualquier periódico. De hecho, y sin querer entrar en spoilers, uno de los acontecimientos más relevantes de esta obra (publicada originalmente en 2019) es tan increíblemente profético que hasta da miedo.

 

En su vertiente artística, Cowan, Sienkiewicz y Sotomayorse encargan de mostrarnos un mundo duro, crudísimo. Líneas duras y anguladas, rostros y expresiones muy marcadas, desgastadas por la miseria del mundo. Todo ello enmarcado en un mundo sucio y por momentos desdibujado, muy oscuro y pesimista, tanto que únicamente hace uso de colores cálidos para mostrar violentas explosiones que lo arrasan todo su paso. Un estilo visual duro, deprimente e impactante, que es precisamente lo que una obra como esta necesitaba.

 

La excelente edición de ECC, de 200 páginas de grueso papel negro en tapa dura, dentro de su línea DC Black Label, se presenta en el atípico formato de 216 x 278 por el que parece que Jeff Lemire está apostando últimamente a tenor de lo que ya vimos en Batman: Asesino de Sonrisas y Joker: Sonrisa Asesina. El volumen viene acompañado de una colección de bocetos y portadas alternativas, así como de unas pequeñas reseñas biográficas de los autores.

 

 

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