Reseña: Constantine The Hellblazer (Ming Doyle y James Tynion IV)

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Llevaba tiempo queriendo acercarme a alguna lectura de Constantine, un personaje que siempre me ha llamado la atención por ese magnetismo que desprende tanto por su diseño como por su carácter. Mis contactos previos con este mordaz hechicero inglés se reducían a un par de grapas sueltas hace ya bastante tiempo en el que se relataba algún exorcismo del que ni guardo recuerdo, y es por eso que cuando vi que ECC lanzaba este tomo recopilatorio con The Hellblazer, quise hincarle el diente. Es por eso que esta reseña la hago desde el prisma de un lector que prácticamente entra a este mágico universo con este cómic que nos atañe hoy.

Había escuchado que la serie Hellblazer era una buena puerta de entrada para Constantine y tras leerlo confirmo esa afirmación. Es cierto que el guión de Ming Doyle y James Tynion IV no es para nada una historia de orígenes, ya que nos sitúan a un John Constantine en plenitud de poderes y en plena decadencia personal, sin mayor explicación de inicio. Pero el guión esta tejido de manera brillante para ofrecernos una historia en la que iremos conociendo las habilidades de Constantine, la relación con sus fantasmas, el funcionamiento y estructura de este mundo mágico y sus planos infernales, a la vez que se nos va salpicando la trama con personajes de este popular universo de DC.

En pocas páginas queda claro que Constantine no es un héroe, y dudo en clasificarlo como antihéroe porque lo cierto es que su carácter caprichoso, bromista y lascivo forma un cóctel explosivo para crear un personaje que miente, engaña y manipula por igual a enemigos y aliados. Y sí, de estos últimos veremos como entran en escena unos cuantos ya que personajes clásicos de la factoría DC aparecerán aquí, tales como Deadman o la mismísima Costa del Pantano. Un clásico ya que Constantine, creado por Alan Moore, arrancó como secundario del elemental durante la etapa de este en American Gothic.

La historia tiene un arco bastante amplio durante 13 capítulos y un prólogo que gira en torno a una amenaza de origen paranormal y desconocido que se cierne sobre la ciudad de Nueva York. En esas Constantine tendrá que averiguar qué está acabando para siempre con sus omnipresentes fantasmas y las pistas de este misterio le llevarán a ahondar en su pasado. De esta forma el cómic usará pasajes a modo de flashbacks para contarnos más acerca de personajes de su pasado como mago novel y líder de una banda de música para un público demoníaco.

Sus poderos y capacidades se irán presentando gracias a la hábil disposición de diálogos y situaciones que permiten conocer de lo que es capaz este ácido mago. También seremos testigos de las inclinaciones sexuales de Constantine, ya sea con hombres, mujeres o demonios, y muchas veces aderezando estos momentos con alcohol o drogas y es que el bueno de John no desprecia correrse una buena juerga sin pensar en sus consecuencias, y los autores se encargarán de que nosotros las tengamos muy presente. Por si se nos ocurre pasarlas por alto, Álex el atractivo cocinero que quiere ser algo más que uno de tantos líos de Constantine.

Pero ya he dicho que la historia, que lejos de ser simple agradece una relectura para recuperar detalles que pasamos por alto, no es una trama de orígenes aunque Constantine irá desmigando momentos de su pasado al recordar situaciones junto a personajes como la demoníaca Blythe, la maga Georgie, el chamán Papa Midnite o el ángel Gabriel. A mitad del volumen, John deberá hacer frente a un malvado plan que pone en jaque a Nueva York y su gente y aquí acompañaremos a nuestro protagonista en una espiral de autodestrucción, ahondando en su psique gracias a los diálogos cargados de reflexiones y pensamientos personales, bromas y alguna divertida mención a Cthulhu o Harry Potter que me ha arrancado más de una sonrisa.

Pero si el guión es de nota, el dibujo por momentos no se queda nada atrás. Y digo por momentos porque se ha optado por echar mano de un equipo de autores, en lugar de ceder el trabajo a un único lápiz. Riley Rossmo, el propio Ming Doyle, Joseph Silver o Richard Isanove entre otros, y que han conseguido ofrecer momentos inolvidables. Por momentos dibujos oscuros y sucios que retratan a la perfección a esa Nueva York nocturna por la que campan seres demoníacos y monstruos de toda índole, pero otras veces con una luminosidad necesaria ya sea para mostrar la extravagancia del club Midnite, el plano de Faerie o la propia Los Ángeles.

El diseño de personajes y monstruos es fantástico, con una cantidad y detalles asombrosos incluso para un diablillo que aparezca en segunda o tercera fila. Y qué decir de Constantine, siempre taciturno con su gabardina de tres cuartos y que agradece tanto un dibujado más descuidado o cómico, como otro más perfilado y de cuidado acabado. No me ha terminado de gustar el arte en la parte final ya que era el aspecto más cómico o afable cuando el momento requería justo lo contrario, pero por lo general es una serie que cumple de sobra con este aspecto. Además, algunos aspectos del viñetado son oro, como increíble splash page en la que descendemos los pisos de un local que hace las veces de cosechador de almas y se nos muestra todo el trayecto por cada uno de estos niveles.

The Hellblazer es una lectura que requiere interés en el personaje, paciencia y atención, pero que a cambio ofrece un producto increíble y una forma fantástica de descubrir a John Constantine. Por si fuera poco, en esta edición de tapa dura editada por Panini tenemos un prólogo a cambio de Fran San Rafael explicándonos el volumen, y un capítulo final sobre los orígenes secretos que llega a ofrecer opciones en el punto de partida para el personaje. Portadas alternativas, bocetos de concepto y sketches serán parte del material adicional que pone el broche de oro a esta obra que debe ser un clásico en vuestra estantería tanto si os gusta el personaje como si lo descubrís ahora.



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