La
parada de Hinamizawa empieza como una ligera comedia romántica
que poco a poco, casi sin percibirlo, va virando hacia el terror.
Hasta su final, no obstante, transitará algún que otro género,
aunque prefiero no desvelaros más para que las sorpresa los
acompañen a lo largo de esta obra: los constantes giros de guion y
el carrusel de personajes que aparecen son dos de los elementos
fuertes de este manga. Un manga, además, muy teatral: todo acontece
en un único lugar y espacio de tiempo (bueno, algún flashback hay,
no os voy a engañar), en ese espacio que da nombre a la obra y que
no es otro que una triste y lúgubre parada de autobús en un pequeño
y decadente pueblo llamado Hinamizawa. Un lugar olvidado al que, os
aseguro, os encantará llegar.
Aunque
ese no es el sentir de sus dos protagonistas: Mion Sonozaki, una
joven alegre que tratará, por todos los medios, de enamorar a su
melancólica compañera de clase, Rika Furude. Tras pasar todo un día
juntas, una terrible tormenta las sorprenderá al tratar coger el
autobús que las llevará de vuelta a su pueblo. Ambas, junto a otros
tres personajes, quedarán atrapadas en la parada. Y lo que se
presentaba como una tediosa espera se verá aderezada por los
misterios que envuelven a la construcción de una presa en Hinamizawa
y la terrible maldición de la señora Oyashiro.
Así
comienza un auténtico carrusel de emociones para los lectores. Sobre
todo, como es mi caso, para todos aquellos que desconozcamos todo el
universo del "manganime" Higurashi no naku koro ni!,
compuesto ya no solo por manga y anime sino también por Visual
Novels y Light Novels: todo un macrocosmos del que soy totalmente
ajeno pero que tiene en esta obra, que hoy nos ocupa, su precuela.
Pero que nadie tema, es una obra totalmente accesible para aquellos
que desconozcamos todo ese universo. Aunque os puedo asegurar que una
vez cerréis este tomo, váis a tener unas inmensas ganas de seguir
leyendo o viendo obras pertenecientes a este universo. Y vamos a
estar de suerte porque este mismo jueves, Netflix estrena "Cuando
las cigarras lloran" o, lo que es lo mismo (¡sí!) Higurashi
no naku koro ni!.
Pero
volviendo a la obra que nos ocupa, La parada de Hinamizawa
sabe jugar muy bien sus cartas gracias al carisma de sus
protagonistas, sobre todo de Mion, y a la aparición constante de
personajes que añaden nueva información a la trama. Jugar al
despiste nunca es fácil pero La parada... sabe hacerlo con
elegancia y midiendo muy bien el ritmo: una vez presentados todos los
personajes, en un capítulo inicial extenso, no va a haber un segundo
de descanso. Lo que parecía una obra de comedia y romance poco a
poco se torna en un thriller de horror y gore que se apoya en un
dibujo sencillo pero muy efectista: las escenas de terror,
vísceras, desmembramientos... están dibujadas de manera cruda y
visceral, sin miramientos.
Y,
por supuesto, sabe sacar rendimiento a su único escenario de una
manera excelente. Siempre me han apasionado las obras que acontecen
en un único espacio: la parada de autobús se convierte en el eje de
la obra, un espacio de paso que se convierte en el centro de todos
los sucesos. Un espacio tan reducido y, a la vez, tan terrorífico
gracias a sus personajes, es cierto: sin ellos, sin la variedad que
aportan sus historias y sus personalidades, hubiera sido dificilísimo
mantener el ritmo del manga.
En
La parada de Hinamizawa nada es lo que parece: es una
constante sorpresa que nos lleva de una situación nimia, trivial a
un escenario totalmente aterrador y con una serie de consecuencias
totalmente inesperadas. Una obra divertida y aterradora, tierna y
sangrienta... La parada... es una obra de contrastes que
encuentra su equilibrio, precisamente, en sus excesos. Sin duda, una
grata sorpresa para servidor, quien espera, sentado en su parada del
autobús, que Planeta Cómics se decida a traer la obra original y
hacer las delicias de los amantes del terror y el misterio.
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