Reseña: La parada de Hinamizawa (Ryukishi07 / Tomozo Kaoru)

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La parada de Hinamizawa empieza como una ligera comedia romántica que poco a poco, casi sin percibirlo, va virando hacia el terror. Hasta su final, no obstante, transitará algún que otro género, aunque prefiero no desvelaros más para que las sorpresa los acompañen a lo largo de esta obra: los constantes giros de guion y el carrusel de personajes que aparecen son dos de los elementos fuertes de este manga. Un manga, además, muy teatral: todo acontece en un único lugar y espacio de tiempo (bueno, algún flashback hay, no os voy a engañar), en ese espacio que da nombre a la obra y que no es otro que una triste y lúgubre parada de autobús en un pequeño y decadente pueblo llamado Hinamizawa. Un lugar olvidado al que, os aseguro, os encantará llegar.
Aunque ese no es el sentir de sus dos protagonistas: Mion Sonozaki, una joven alegre que tratará, por todos los medios, de enamorar a su melancólica compañera de clase, Rika Furude. Tras pasar todo un día juntas, una terrible tormenta las sorprenderá al tratar coger el autobús que las llevará de vuelta a su pueblo. Ambas, junto a otros tres personajes, quedarán atrapadas en la parada. Y lo que se presentaba como una tediosa espera se verá aderezada por los misterios que envuelven a la construcción de una presa en Hinamizawa y la terrible maldición de la señora Oyashiro.
Así comienza un auténtico carrusel de emociones para los lectores. Sobre todo, como es mi caso, para todos aquellos que desconozcamos todo el universo del «manganime» Higurashi no naku koro ni!, compuesto ya no solo por manga y anime sino también por Visual Novels y Light Novels: todo un macrocosmos del que soy totalmente ajeno pero que tiene en esta obra, que hoy nos ocupa, su precuela. Pero que nadie tema, es una obra totalmente accesible para aquellos que desconozcamos todo ese universo. Aunque os puedo asegurar que una vez cerréis este tomo, váis a tener unas inmensas ganas de seguir leyendo o viendo obras pertenecientes a este universo. Y vamos a estar de suerte porque este mismo jueves, Netflix estrena «Cuando las cigarras lloran» o, lo que es lo mismo (¡sí!) Higurashi no naku koro ni!.
Pero volviendo a la obra que nos ocupa, La parada de Hinamizawasabe jugar muy bien sus cartas gracias al carisma de sus protagonistas, sobre todo de Mion, y a la aparición constante de personajes que añaden nueva información a la trama. Jugar al despiste nunca es fácil pero La parada… sabe hacerlo con elegancia y midiendo muy bien el ritmo: una vez presentados todos los personajes, en un capítulo inicial extenso, no va a haber un segundo de descanso. Lo que parecía una obra de comedia y romance poco a poco se torna en un thriller de horror y gore que se apoya en un dibujo sencillo pero muy efectista: las escenas de terror, vísceras, desmembramientos… están dibujadas de manera cruda y visceral, sin miramientos.
Y, por supuesto, sabe sacar rendimiento a su único escenario de una manera excelente. Siempre me han apasionado las obras que acontecen en un único espacio: la parada de autobús se convierte en el eje de la obra, un espacio de paso que se convierte en el centro de todos los sucesos. Un espacio tan reducido y, a la vez, tan terrorífico gracias a sus personajes, es cierto: sin ellos, sin la variedad que aportan sus historias y sus personalidades, hubiera sido dificilísimo mantener el ritmo del manga.
En La parada de Hinamizawa nada es lo que parece: es una constante sorpresa que nos lleva de una situación nimia, trivial a un escenario totalmente aterrador y con una serie de consecuencias totalmente inesperadas. Una obra divertida y aterradora, tierna y sangrienta… La parada… es una obra de contrastes que encuentra su equilibrio, precisamente, en sus excesos. Sin duda, una grata sorpresa para servidor, quien espera, sentado en su parada del autobús, que Planeta Cómics se decida a traer la obra original y hacer las delicias de los amantes del terror y el misterio.

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